Dice Bryant McGill que “toda revolución
comienza por uno mismo”. Nada más cierto que estas pocas palabras para
describir esa disposición del ánimo para encarar una de las aventuras más
importantes que puede llevar a cabo un ser humano: conocerse.
En algunos casos, este conocerse está ligado a lo que podría considerarse un final de
recorrido. Es decir, alcanzados los objetivos (o al menos la mayoría de ellos),
cubiertas las necesidades básicas, ahora disponemos de tiempo para nosotros,
para bucear en nuestros intereses postergados o para encontrarlos, eso que
Maslow llamó “autorrealización” y que tiene que ver con la capacidad de
conectar con lo que hay de valioso en la vida, una suerte de serenidad que nos
permite evaluar despojados del ego cada situación vivida y ser más espontáneos
y creativos.
Desde otro lugar, este conocerse está más relacionado a la necesidad de apropiarnos de
nuestros recursos personales –emocionales, intelectuales, cognitivos, morales,
físicos, espirituales- para afrontar las sucesivas crisis que, como cualquier
mortal, atravesamos a lo largo de nuestra vida. Las crisis son momentos de
cambio que se caracterizan por generar incertidumbre y que avanzan hacia una
resolución que nos gustará o no de acuerdo a cómo las hayamos aprovechado. Si
son una oportunidad para desafiar nuestras limitaciones y poner a prueba los
recursos que sabemos que tenemos o si nos sirven de justificación no del
fracaso sino de algo peor que el fracaso:
el ni siquiera haberlo intentado.
En este sentido, es importante subrayar qué
papel juegan las terapias o en el caso del counseling, la relación de ayuda. Un
proceso de ayuda es un llamado a la rebelión, implica la determinación
insoslayable de llegar a lo más profundo de nosotros y reconocernos, vale
decir, un volver a encontrarnos y vernos a la luz de nuestras experiencias. Y
es tanta la rebelión que incluso nos aceptamos y nos perdonamos. Y en esa
liberación que supone la aceptación y el perdón, en esa profunda subversión de todos
los esquemas, nos abrazamos, nos permitimos cambiar y salir al mundo a ofrecer
lo que somos, que es mucho más de lo que creemos. Y sobre todo, muchísimo más
valioso.
Nota publicada en el diario "El semejante"
©Clr. Alejandra Gómez Joaristi