miércoles, 25 de abril de 2012
...youer than you...
¿Qué hacemos? ¿Le plantamos la cara al mundo y anunciamos nuestra presencia para modificar el mundo con la inscripción de nuestras acciones o nos escondemos como el avestruz y desperdiciamos nuestro potencial? Y la decisión la podés tomar vos y sólo vos.
lunes, 16 de abril de 2012
La sexualidad en el mundo -Alessandra Rampolla-
La imagen de un hombre de las cavernas arrastrando de los pelos a una mujer, para luego tener sexo, es tal vez la primera que se nos ocurre cuando pensamos en el sexo de la prehistoria. Una pintura que, por cierto, no resulta muy erótica, a no ser que nos gusten los juegos sadomasoquistas. Dudo mucho de que esa fuese la fantasía erótica que inspiraba a nuestros ancestros; simplemente, se trataba de un sexo más salvaje, pero en su sentido literal.
Sin embargo, tampoco puedo asegurar que antes disfrutasen más o menos del sexo que hoy. Lo que ocurre es que al igual que ha evolucionado nuestra forma de comer, de vestirnos o de manifestarnos por medio del arte, también ha mutado la manera en que concebimos el sexo. Por lo tanto, la manera de erotizarnos y excitarnos ha cambiado a lo largo del tiempo, y cada cultura lo ve y lo vive de distintos modos.Tal cual lo expresa David Buss, autor de La evolución del deseo, "el deseo sexual surge del cuerpo, la mente interpreta lo que la sociedad acepta y lo que no, y el resto de las señales son editadas por nuestra cultura".
Dicho de manera más sencilla: somos animales eróticos, y lo que nos excita y la forma que adquiere nuestra sexualidad están moldeados por nuestra propia cultura.
Así que la expresión de la sexualidad es tan variada como las diferentes culturas que hay y que hubo a lo largo de la historia. Quizás la más "conocida" sea la que se desarrolló en la India antigua y que quedó plasmada en el mítico Kamasutra. Su sola mención nos trae imágenes de fabulosas y difíciles posturas dignas de un yogui. Pero este libro es mucho más que una mera descripción de posiciones sexuales, es una verdadera guía del amor erótico del siglo III.
En nuestro continente, las culturas precolombinas también nos dejaron testimonios de sus prácticas sexuales. Los mochicas, antiguos habitantes del Perú, representaron en huacos (vasijas) diferentes posturas y actos sexuales, masturbaciones, sexo vaginal y anal, felaciones y relaciones homosexuales. Según los antropólogos, no debemos ver en ellos una muestra de pornografía prehispana, pues para estos pueblos no eran más que representaciones de su cotidianidad.
Pero no sólo en el pasado la sexualidad adquirió diferentes formas. Actualmente, cada sociedad la vive a su manera; y dentro de una misma sociedad, existen subculturas que se identifican con un estilo particular de experimentar el sexo.
En algunos países islámicos, se practica legalmente la poliginia (que es cuando un hombre tiene permitido tener varias esposas), y las mujeres aceptan naturalmente la presencia de las "otras", lo que para la mayoría de las esposas occidentales sería causal de divorcio y denuncia de "bi-tri-tetra y más… gamia".
En ciertos países africanos, esta práctica también es común. Mswati III, el actual rey de Suazilandia, un pequeño país del sur de ese continente, tiene más de una decena de esposas. En 2005, tomó a su decimosegunda esposa, a quien eligió entre más de 20 mil chicas que danzaron para él en la tradicional Danza del Junco, una festividad que se celebra anualmente, donde las jóvenes vírgenes bailan con sus pechos descubiertos para homenajear al monarca.
Mucho menos frecuente es la poliandria, por la que una mujer tiene más de un esposo. ¿Se da en la actualidad? ¡Sí! En Nepal (el país donde se encuentra el Himalaya, la montaña más alta del mundo). Y, al parecer, la razón es porque hay muchos más hombres que mujeres, debido al terrible hábito de matar a las niñas cuando nacen, dado que priorizan la descendencia masculina. Así que esta práctica nada tiene que ver con la liberación femenina.
Dentro de Occidente se vive la sexualidad de modos únicos: grupos de BDSM (un subgrupo dentro del sadomasoquismo), en el que una de las experiencias consiste en atar de manera supercompleja a la pareja que hará las veces del "sometido"; las pony girls, chicas que se erotizan disfrazadas de caballitos, donde no faltan las monturas, los estribos ni la fusta; el furry sex, en el que sus practicantes se visten, gesticulan y se aman vestidos de animales, ya sean mitológicos, ya sean reales, o inspirados en los dibujos animados; los swingers, ansiosos de intercambiar parejas, poliamorosos, que aceptan las otras parejas de su ser amado; looners, gente que se excita con globos. Hay de todo. Y la tecnología también ha abierto nuevas dimensiones para el sexo que en el pasado eran impensables: sexo virtual, vibradores con tecnología de la Nasa, muñecas que imitan a la perfección la figura y la piel femeninas, masturbadores que emulan la vagina... Las opciones son tan variadas como imaginación tenga el ser humano. Y mientras el cerebrito siga funcionando, no habrá límites para dar rienda suelta a nuestro animal erótico..
Publicado en la Revista Susana versión digital
jueves, 12 de abril de 2012
Todo lo que es, es aquí y ahora.
Parte de la condición humana indica que es imposible estar en otro lugar que "aquí" y en otro momento que no sea "ahora".
«Estar "aquí" y "ahora" constantemente es nacer y renacer cada segundo, siendo libres de toda atadura y alentando en nosotros la idea de que a cada minuto podemos iniciar un camino completamente fresco y ajustado a nuestra realidad». Jorge Rovner
«Estar "aquí" y "ahora" constantemente es nacer y renacer cada segundo, siendo libres de toda atadura y alentando en nosotros la idea de que a cada minuto podemos iniciar un camino completamente fresco y ajustado a nuestra realidad». Jorge Rovner
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