Por definición, el estar enojado es una emoción fuerte que puede estimular una acción agresiva. Es una reacción fisiol+ogica psicológica al dolor, el sufrimiento, la amenaza o el peligro. Algo que pasa o que dicen nos pone en alerta. Y frente a lo que se impone como amenza, el cuerpo se prepara para el ataque o la fuga.. ¿Sos de los que le hacen frente al vendaval o de los que se retiran, enojados, en medio de la contienda? Cuando no logramos detectar los porqués, es cuando esta emoción negativa corre riesgo de enquistarse, al extremo de creer que estamos condenados al naufragio. ¿Quién dijo que no estamos a tiempo de salir a flote?
La violencia, así como la peor de las tempestades, suele fundarse allí, donde mueren las palabras y el estado de temor y enojo se convierte en rasgo; en una maldita costumbre. El reconocer a tiempo nuestros enojos nos motoriza hacia la meta saludable. Si bien lo recomendable es hacerlo antes de que el mar nos haya inundado el barco o devastado la playa, aquel viejo lobo de mar también supo decirle a mi amigo: "Hazte cargo de tus broncas, echa la red en la profundidad y distingue la pesca".

Así como con los miedos, con los enojos no hay otra más que surfear las olas que nacen con la brisa de una queja y terminan rompiendo con la bronca que alcanza lo que no resulta como esperábamos. ¿Cuáles son nuestros niveles de tolerancia a la frustración? Resulta necesario revisar todo lo que nos llevó a pilotear la nave de esta manera, y operar bajo este mecanismo de defensa y afrontamiento, esta forma destructiva (autodestructiva) de comportamiento y comunicación.
¿Cómo es que todo, hasta lo más simple, puede alcanzar semejante furia devastadora? ¿De dónde viene tanta bruma? Tal vez, un cambio de dirección en nuestra mirada crítica pueda amainar el tormento y hacer que el mar recobre su naturaleza de arrullo y serenidad. Ayuda tomar lápiz y papel, así como cualquier otra herramienta que nos permita recorrer el mapa en otra dirección: ¿Qué nos enoja? ¡Cuánto? (si les sirve, utilicen la escala del 1 al 10 para cada situación). Una vez descubierto el primer paso (incluso, cuando no logremos identificar la causa aparente de tanto incordio) atrevámonos a dar un paso más allá: ¿por qué creemos que nos enojan tanto los motivos que hemos identificado a primera vista?
Cierren los ojos e intenten conectarse con ese mar de calma. Si no logran conectar con la imagen y la sensación, no se enojen.Conecten con la respiración, suavicen los vientos interiores y relean con más pausa la clase de hoy. Si no es hoy, será mañana.
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