martes, 14 de agosto de 2012

Autoestima


La autoestima es la percepción que tenemos de nosotros mismos, una percepción que da cuenta de una evaluación, por eso esa consideración hacia la propia persona, puede ser alta, baja o prácticamente inexistente.

De acuerdo a nuestra autoestima nos presentamos al mundo, nos damos el lugar que creemos merecer, buscamos lo que queremos encontrar, vivimos más o menos felices; avanzamos como víctimas de los demás, como entes a merced de la fatalidad o subiendo, llenos de confianza, los peldaños de una escalera que nos conduce inevitablente a la concreción de nuestros objetivos.

La autoestima puede depender sólo de nuestra propia mirada o estar atada a la consideración del otro. Si es así, vale recordar la frase de Les Brown: " La opinión de los demás sobre ti no tiene que volverse tu realidad".

Y como todos tenemos la posibilidad de aumentar la autoestima,  "Usa siempre tu corona invisible", como dice el cartel.

Un buen artículo sobre el tema, con abundantes referencias bibliográficas acá:
autoestima

La ilustración es de Afsaneh Tajvidi

viernes, 18 de mayo de 2012

Elecciones



"Cierra tus ojos, libera tu corazón, corta la cuerda... ¿Somos humanos o marionetas? "

Que tengan un finde liberador. Cariños, Alex


martes, 15 de mayo de 2012

El tiempo (fragmento) -Don Galeano-

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¿Hacemos algo con el tiempo o dejamos que él nos haga?
¿Aceptamos las concecuencias de su paso y las de nuestras huellas en la historia de los días?
¿Lo celebramos, lo vivimos atentos, lo conmemoramos, lo ignoramos?
¿Intentamos adelantarnos a él o hacemos lo imposible por detenerlo?
¿Cómo me esculpo en este tiempo-ahora cuando vivo aferrado a ese tiempo-pasado?
¿Qué hago cuando el tiempo es una encrucijada?
Se me ocurrieron éstas. ¿Cuáles son las tuyas? ¿Cómo las responderías?


domingo, 6 de mayo de 2012

Toda Wendy tiene su Peter Pan

Interesante nota que recorre éste y otros estereotipos.

Para muchos terapeutas, los célebres personajes del relato infantil son una herramienta útil a la hora de abordar modelos de conducta femenina que, en el nombre del amor, sólo generan una enorme frustración
Por Florencia Vidal  | Para LA NACION


El llega a casa, saluda a su mujer y, mientras le relata cómo estuvo su día, va desparramando por doquier la ropa que se quita. Ella lo sigue atrás, murmura insultos ofensivos, pero levanta prenda por prenda. Esta escena se repite día a día en muchos hogares. Tanto es así que algunos psicólogos hablan del síndrome de Wendy o de la mujer madre, un trastorno basado en la necesidad de satisfacer al otro de una manera exagerada y a la imposibilidad de decir que no. Este nombre hace referencia a la compañera de Peter Pan, el protagonista de la obra que el escritor escocés James M. Barrie publicó a principios del siglo pasado y que narra las aventuras de un chico que no quería crecer y una chica que se hacía cargo de todos los niños perdidos que habitaban el País del Nunca Jamás. Y así como se suele decir que detrás de cada hombre hay una gran mujer, detrás de cada Wendy siempre hay un Peter Pan o un hombre inmaduro a quien le cuesta cumplir con las responsabilidades que se imponen a lo largo de la vida.
Si bien también existen hombres sobreprotectores, este rasgo se presenta con más frecuencia en el sexo femenino, aseguran los especialistas. La maternidad y el mandato cultural, producto de una distribución de roles hegemónica hasta hace algunos años, ubicaron a la mujer en el lugar de servir al varón, acompañarlo, dedicarse a él y a los hijos, y postergarse. Décadas atrás, esta situación no se cuestionaba. Así eran las cosas y así estaban bien. Pero la mujer comenzó a ocupar esos espacios que durante siglos le fueron vedados y con eso adquirió otra conciencia de sí misma. Sin embargo, a pesar de estos cambios, todavía hay muchas Wendy. Es que la personalidad se va formando desde la temprana infancia y a veces, producto de la identificación con la figura materna, se repite el modelo de mujeres abnegadas y sacrificadas que viven para los demás.
Pero, ¿qué le pasa a Wendy? La psicóloga Adriana Guraieb, autora del libro El camino de salida e integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) asegura que estas mujeres sufren un profundo complejo de inferioridad, un marcado temor a ser abandonadas y una fuerte necesidad de sentirse imprescindibles. Por eso están dispuestas a hacer cualquier cosa, con tal de ser aceptadas y darle el gusto al otro. "Ellas tienen una enorme dificultad para decir que no, aunque esto les complique el día y les impida hacer actividades propias o desarrollos personales. Porque, como una imposición interna, primero deben cumplir con lo que le hace falta al otro, aunque no se trate de algo trascendental: puede ser ir a buscar algo a la tintorería, por ejemplo. Lo que se impone es el temor a que el otro se enoje y las abandone", explica Guraieb.
Esta atención exacerbada la manifiestan con sus maridos Peter Pan, quienes las eligieron justamente por ser contenedoras, proveedoras y hacerse cargo de los compromisos que ellos no son capaces de asumir. "Con el paso de los años, esta mujer se va convirtiendo en una especie de esclava porque no puede disfrutar, tiene que resignarse y sufrir. Suspirar, bajar la cabeza, cumplir con el mandato familiar y servir al hombre para que él brille y tenga éxito. Y si no es así, es ella la que sale como un bombero a apagarle los incendios a su esposo, ya sea porque dejó los cheques en rojo, porque no pagó la escuela de los chicos o por lo que sea", afirma la psicóloga.
Con sus hijos también revelan este rasgo, a quienes, aunque ya estén en condiciones de ocuparse de sí mismos, les hacen los resúmenes de los libros, las presentaciones para la escuela o los dibujos para la Facultad.
En la historia de Barrie aparece un tercer personaje, que es el hada Campanita. Ella encarna la contratara de Wendy. Las mujeres con perfil de Campanita son independientes, tienen proyectos personales, saben de seducción y tienen un buen nivel de autoestima, producto de haber sido mimadas y estimuladas en la infancia. En una relación, ellas están muy bien plantadas, no se frustran ni se amargan porque no están dispuestas a pagar el precio que paga Wendy por retener un hombre a su lado. "Tengo una paciente -relata Guraieb- que es una Wendy y tiene una amiga que es Campanita. Son personas grandes, ambas separadas, y a la amiga le abundan los candidatos. Una tercera amiga decidió presentarle a la mujer Campanita otro candidato y Wendy dijo: ¿Por qué no me lo presentan a mí? Yo la invité a que reflexionara sobre si ella tenía disposición y disponibilidad para armar una relación con un hombre, ya que estaba de acá para allá atendiendo las demandas de los hijos y los nietos. Se trata de renunciar un poquito a cada uno de los otros espacios para ver si uno puede dar lugar al armado de los distintos aspectos que tenemos las mujeres."
Esta imposibilidad de decir que no deja a las Wendy en una calesita que siempre gira al compás de la misma música, y de la que no se pueden bajar. Mientras tanto, se colman de resentimiento porque están en la peor de las situaciones posibles: esperar a que su Peter Pan cumpla con las promesas. En esa espera sólo profundizan su amargura y frustración. Cuando el nivel de estrés va creciendo en su psiquismo, aparecen los primeros indicadores de afecciones como insomnio, dolor de cabeza, acidez o gastritis. "Entonces se queja por la vida que tiene y por todo lo que le duele sostenerla. Con lo cual no cierra que una persona mantenga esa posición", afirma la psicóloga.
Por fin llega un día en que Wendy comienza a poner condiciones y es ahí cuando empiezan las crisis en este tipo de parejas. Comienza una fuerte pulseada porque Peter Pan está muy arraigado en su estructura y hace falta tiempo, conciencia y ganas para cambiar. El amor y la convivencia, según dice Guraieb, tendrían que basarse en una reciprocidad, en un dar y recibir. Pero no sólo para satisfacer la necesidad del otro; tiene que haber algo de deseo también. "Todas tenemos en nuestro interior un poquito de Wendy y un poquito de Campanita. El tema es hacia dónde se inclina la balanza. Si está equilibrada, es lo más parecido a la utopía de la normalidad. Pero si está desequilibrada, cada una se va a tener que hacer cargo del déficit en algún aspecto", puntualiza.
Las mujeres Wendy tienen la necesidad de reforzar la autoestima de afuera hacia adentro. Quiere decir que aquello que no han constituido internamente lo buscan afuera. Pero claro está que los cambios verdaderos y estables nunca son de afuera hacia adentro, sino al revés. Este es el momento entonces para que Wendy pida ayuda y pueda entender lo que le está pasando. Este cambio es fundamental no sólo para ella, sino también para sus hijos. La madre Wendy no es un buen modelo identificatorio, ya que podría estar criando futuros Peter Pan y Wendy. "Por un acto responsable por ella y por su descendencia, sería bueno que esta mujer tome conciencia y se pregunte si este imaginario de ser tan imprescindible es una necesidad de ella. Si no pone un límite nunca va a saber si la aman de verdad o solamente la necesitan", concluye Guraieb.
El tratamiento psicológico para estas personalidades hace foco en que puedan desarrollar una buena autoestima, que aprendan a quererse mejor, que entiendan que tienen cualidades y que pueden darse satisfacciones y gratificaciones. Es importante que comprendan que pueden y deben disfrutar, y que no todo es sacrificio y abnegación.

¿Con quien te identificas?

Las que siguen son preguntas que responden a tests de personalidad orientados a develar personas con rasgos de Wendy, Peter Pan y Campanita. Las respuestas positivas se encuadran dentro de estos perfiles.
¿Sos una mujer Wendy?
Así se define a quienes son más madres que mujer con su pareja. Suelen enamorarse de hombres que se niegan a crecer y a cumplir con compromisos.
¿Te considerás imprescindible?
¿Sos de bancar, hacerte cargo de responsabilidades que tendría que realizar tu pareja?
¿Estás siempre disponible?
¿Preferís disculparlo aunque no tenga razón?
¿Tu miedo a perder la relación afectiva es muy grande?
¿Sos capaz de pedir perdón por el simple hecho de complacerlo, aunque no hayas hecho nada?
¿Acusás a tu pareja de abusar de tu buena fe, pero no hacés nada para cambiar la situación?
¿Te quejás, pero denunciás poco la situación o la minimizás para no enfrentar el conflicto?
¿Lo más importante para vos no es la verdad, sino que no se enoje con vos?
¿Te cuesta mucho decir que no?
¿Sos un varón Peter Pan?
Se denomina de este modo a los adultos que, como niños grandes, se resisten a asumir compromisos acordes con su edad y quieren vivir siempre jóvenes.
¿Es muy importante para vos producir efectos en el sexo opuesto?
¿Necesitás que te acepten, pero una vez que lo lográs, te cansás o aburrís con facilidad?
¿Te has convencido de que tu bienestar y seguridad interior dependen en gran parte de la aprobación de los demás?
¿Tenés facilidad para prometer y no cumplir?
Si tenés que hacer algo por obligación y a la vez te sentís tentado de hacer algo que da placer, ¿elegís el placer?
¿Has escuchado que se dice de vos que sos un irresponsable?
¿Te angustia mucho el paso del tiempo, envejecer?
¿Primero sos un gran conquistador y luego se decepcionan de vos?
¿Has dejado muchos proyectos inconclusos?
¿Considerás casi siempre que la culpa de tus problemas la tienen los que te rodean?
¿Sos una mujer Campanita?
Según el famoso relato, Peter Pan consideró a Campanita como el perfil de lo que se ha dado en llamar una mujer femenina y segura de sus atributos.
¿Te considerás audaz?
¿Sos una mujer de carácter fuerte?
¿Te han comentado que tenés mucha presencia?
¿Sos visualmente atractiva?
¿Tenés autoconfianza?
¿Te gustan los desafíos amorosos?
¿Utilizás todos tus recursos a la hora de la seducción?
¿Te considerás inteligente y sociable?
¿Te encanta llamar la atención?
¿Sos sexy?

MAS ESTERIOTIPOS

La mujer intelectual: Se interesa solamente por su estudio pues tiene una enorme curiosidad y es allí donde ella pone toda su energía.
La rubia tonta: Presenta a la mujer blonda como poco inteligente. Pueden ser profesionales muy destacadas, pero si son rubias, parecería que algo falla. Esto se encuadra dentro de prejuicios aún vigentes en la sociedad.
La mujer orquesta: Tiene familia, trabaja y quiere cumplir con todo con mucha exigencia. Se reparte entre su casa, su trabajo y las actividades de sus hijos.
La abuelita cariñosa: Es quien tiene que estar a disposición de los nietos, no importa si es una profesional, si tiene vida propia o si está armando una pareja. Sus hijos le exigen que esté siempre abocada a sus nietos.
La mujer fatal: Es quien gusta de los hombres casados o con compromiso estable. Esta conducta responde a raíces muy arcaicas, donde seguramente la mujer no pudo resolver la rivalidad con la madre respecto del cariño del padre. Esa tensión se traslada a su vida adulta y reedita la problemática en cada situación amorosa que se le plantea.

jueves, 3 de mayo de 2012

Cuando el silencio es ruido

A lo largo del día vamos sumando pequeños silencios. Algunos son necesarios porque nos evitan ser esclavos de nuestro temperamento, esos silencios de contar hasta 10 o cien mil para eludir un desastre; siempre hay que recordar que las palabras pueden ser puñales y en ese caso nos tenemos que preguntar si vale la pena tal derramamiento de sangre simbólica, porque no siempre se cumple el dicho "a las palabras se las lleva el viento", a veces se quedan clavadas en el alma... Y la memoria por más que intente tejer olvido, no puede. Por eso me gusta ese proberbio hindú que nos aconseja que cuando hablemos nuestras palabras sean mejores que el silencio. Traducción: si sabés que vas a lastimar, callate la boca. Nada más difícil de recoger que una venganza perpetrada a través de la palabra.

También hay otra clase de silencios, esos que son entorpecidos por el habla, porque el sonido rompe la magia de ese estar absorto ante la maravilla o interrumpe ese momento de profunda paz que alcanzamos quizás con esfuerzo después de una batalla singularmente difícil. Pero otros, como dice mi amiga Yanina, son ruido. Son tempestad, son angustia, son tortura que carcome porque no son silencios que celebran o silencios prudentes. No. Esos silencios hunden el alma en una cacofonía infernal porque cada cosa no dicha se multiplica en dolor y el dolor en resentimiento.

Generalmente, esos silencios nos invaden ante lo que sentimos como injusticia. Es tal el sentimiento de injusticia que nos congelamos. Incapaces de abrir la boca para esgrimir un argumento que la desbarate, y no porque no lo tengamos, caemos en un silencio espantado que desarma y sangra, como dice la canción.

Lo no dicho tiene que ver con nuestra autoestima, con nuestros miedos y nuestras vulnerabilidades. Trabajar en el conocimiento de nuestra mismidad es abrirle la puerta a la palabra que dice y resignifica  sin lastimar, es aprender a ser persona.

miércoles, 2 de mayo de 2012

¿Qué ves?


Dice Alejandra Pizarnik:

una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una
rosa
hasta pulverizarse los ojos

miércoles, 25 de abril de 2012

...youer than you...

¿Qué hacemos? ¿Le plantamos la cara al mundo y anunciamos nuestra presencia para modificar el mundo con la inscripción de nuestras acciones o nos escondemos como el avestruz y desperdiciamos nuestro potencial? Y la decisión la podés tomar vos y sólo vos.

lunes, 16 de abril de 2012

La sexualidad en el mundo -Alessandra Rampolla-

La imagen de un hombre de las cavernas arrastrando de los pelos a una mujer, para luego tener sexo, es tal vez la primera que se nos ocurre cuando pensamos en el sexo de la prehistoria. Una pintura que, por cierto, no resulta muy erótica, a no ser que nos gusten los juegos sadomasoquistas. Dudo mucho de que esa fuese la fantasía erótica que inspiraba a nuestros ancestros; simplemente, se trataba de un sexo más salvaje, pero en su sentido literal.
Sin embargo, tampoco puedo asegurar que antes disfrutasen más o menos del sexo que hoy. Lo que ocurre es que al igual que ha evolucionado nuestra forma de comer, de vestirnos o de manifestarnos por medio del arte, también ha mutado la manera en que concebimos el sexo. Por lo tanto, la manera de erotizarnos y excitarnos ha cambiado a lo largo del tiempo, y cada cultura lo ve y lo vive de distintos modos.
Tal cual lo expresa David Buss, autor de La evolución del deseo, "el deseo sexual surge del cuerpo, la mente interpreta lo que la sociedad acepta y lo que no, y el resto de las señales son editadas por nuestra cultura".
Dicho de manera más sencilla: somos animales eróticos, y lo que nos excita y la forma que adquiere nuestra sexualidad están moldeados por nuestra propia cultura.
Así que la expresión de la sexualidad es tan variada como las diferentes culturas que hay y que hubo a lo largo de la historia. Quizás la más "conocida" sea la que se desarrolló en la India antigua y que quedó plasmada en el mítico Kamasutra. Su sola mención nos trae imágenes de fabulosas y difíciles posturas dignas de un yogui. Pero este libro es mucho más que una mera descripción de posiciones sexuales, es una verdadera guía del amor erótico del siglo III.
En nuestro continente, las culturas precolombinas también nos dejaron testimonios de sus prácticas sexuales. Los mochicas, antiguos habitantes del Perú, representaron en huacos (vasijas) diferentes posturas y actos sexuales, masturbaciones, sexo vaginal y anal, felaciones y relaciones homosexuales. Según los antropólogos, no debemos ver en ellos una muestra de pornografía prehispana, pues para estos pueblos no eran más que representaciones de su cotidianidad.
Pero no sólo en el pasado la sexualidad adquirió diferentes formas. Actualmente, cada sociedad la vive a su manera; y dentro de una misma sociedad, existen subculturas que se identifican con un estilo particular de experimentar el sexo.
En algunos países islámicos, se practica legalmente la poliginia (que es cuando un hombre tiene permitido tener varias esposas), y las mujeres aceptan naturalmente la presencia de las "otras", lo que para la mayoría de las esposas occidentales sería causal de divorcio y denuncia de "bi-tri-tetra y más… gamia".
En ciertos países africanos, esta práctica también es común. Mswati III, el actual rey de Suazilandia, un pequeño país del sur de ese continente, tiene más de una decena de esposas. En 2005, tomó a su decimosegunda esposa, a quien eligió entre más de 20 mil chicas que danzaron para él en la tradicional Danza del Junco, una festividad que se celebra anualmente, donde las jóvenes vírgenes bailan con sus pechos descubiertos para homenajear al monarca.
Mucho menos frecuente es la poliandria, por la que una mujer tiene más de un esposo. ¿Se da en la actualidad? ¡Sí! En Nepal (el país donde se encuentra el Himalaya, la montaña más alta del mundo). Y, al parecer, la razón es porque hay muchos más hombres que mujeres, debido al terrible hábito de matar a las niñas cuando nacen, dado que priorizan la descendencia masculina. Así que esta práctica nada tiene que ver con la liberación femenina.
Dentro de Occidente se vive la sexualidad de modos únicos: grupos de BDSM (un subgrupo dentro del sadomasoquismo), en el que una de las experiencias consiste en atar de manera supercompleja a la pareja que hará las veces del "sometido"; las pony girls, chicas que se erotizan disfrazadas de caballitos, donde no faltan las monturas, los estribos ni la fusta; el furry sex, en el que sus practicantes se visten, gesticulan y se aman vestidos de animales, ya sean mitológicos, ya sean reales, o inspirados en los dibujos animados; los swingers, ansiosos de intercambiar parejas, poliamorosos, que aceptan las otras parejas de su ser amado; looners, gente que se excita con globos. Hay de todo. Y la tecnología también ha abierto nuevas dimensiones para el sexo que en el pasado eran impensables: sexo virtual, vibradores con tecnología de la Nasa, muñecas que imitan a la perfección la figura y la piel femeninas, masturbadores que emulan la vagina... Las opciones son tan variadas como imaginación tenga el ser humano. Y mientras el cerebrito siga funcionando, no habrá límites para dar rienda suelta a nuestro animal erótico..

Publicado en la Revista Susana versión digital

jueves, 12 de abril de 2012

Todo lo que es, es aquí y ahora.

Parte de la condición humana indica que es imposible estar en otro lugar que "aquí" y en otro momento que no sea "ahora".

«Estar "aquí" y "ahora" constantemente es nacer y renacer cada segundo, siendo libres de toda atadura y alentando en nosotros la idea de que a cada minuto podemos iniciar un camino completamente fresco y ajustado a nuestra realidad». Jorge Rovner